Pobreza en Alemania.
Mientras Alemania se consolida como la economía más poderosa de la Unión Europea y la cuarta más importante del mundo, un 20% de los alemanes está al borde de la pobreza.
La desigualdad y la exclusión no son una realidad exclusiva de los países en desarrollo. En Alemania una de cada cinco personas se encuentra en una situación precaria, según la Oficina Federal de Estadística germana, con sede en Wiesbaden.
"El riesgo de pobreza va en aumento. En algunas regiones, simplemente no hay esperanza de un futuro mejor, la desigualdad ha aumentado desde la crisis financiera de 2007 y parece estar estancada", señaló Johannes Becker, director y profesor del Instituto de Economía de la Universidad de Münster.
Los trabajadores, que actualmente se encuentran en condiciones laborales inestables culpan a la controvertida Agenda 2010, un paquete de reformas sociales y laborales que creó el excanciller Gerhard Schröder. Para algunos, estas normas permitieron la reactivación de la economía alemana.
Las nuevas medidas produjeron recortes en las prestaciones sociales y promovieron la flexibilización del mercado laboral, que trajo como consecuencia el aumento en los índices de pobreza de la nación pues hizo que empresas como Charité, el hospital público más grande de Alemania, empezaran a subcontratar empleados.
"Lo que más me molesta es que trabajo para el Estado y tengo que depender de él, todo va cuesta abajo, cada año el costo de vida aumenta pero mi salario no y no puedo llegar a fin de mes", dijo Maik Sosnowski, trabajador del centro médico.
"Merkel no ha contribuido tanto a la pobreza pero tampoco ha hecho nada para evitarla"
En Alemania alguien es considerado de escasos recursos cuando gana menos del 60 por ciento del ingreso medio, que en 2017 fue de 49.450 euros al año. Cerca de 16 millones de personas están ubicadas en ese rango.
Si se tratara de comparar, un pobre en el país germano nunca será tan pobre como lo son algunos en regiones de América Latina, pero si se tiene en cuenta el costo de vida europeo con respecto al sueldo recibido y los duros inviernos, la situación cambia.
"Se trata de un tipo de pobreza que no es comparable con lo que está pasando en otros países pero que te hace sentir excluido de la sociedad. Te hace sentir marginado", relató Maria Lehnhardt, madre de tres hijas.
A esta mujer la cobija una de las novedades que trajo la Agenda de 2010, que oficialmente se conoce como Subsidio de Desempleo II. "El Hartz IV, la nueva transferencia a los desempleados, a menudo es criticado por ser demasiado bajo, y estoy de acuerdo. La transferencia actual para una persona sola es de 409 euros, más asistencia para vivienda, electricidad y calefacción", señaló Becker.
María vive lo que millones de alemanes sienten a diario: vergüenza por tener que depender de los subsidios del Gobierno. Ella, que no puede darse el lujo de comprarle ropa nueva a sus hijas y que tiene que ir a un centro de donaciones para conseguirla, lucha con determinación para que sus pequeñas no sean rechazadas por los demás.
Jakob Augstein: "esta sociedad está tan estratificada, que eso dificulta que haya un avance social"
El panorama es aún más sombrío para los jubilados, que reciben bajas pensiones para subsistir, y para los niños, pues cerca de 4,4 millones se encuentran al borde de la pobreza, según estimaciones dadas a conocer en 2018 por la Asociación Alemana de Protección a la Infancia.
"¿Cómo ha contribuido Merkel a todo esto?, Merkel no ha contribuido tanto a la pobreza pero tampoco ha hecho nada para evitarlo. Desde 2008, su campo de juego principal fue Europa, como saben, sin tiempo y recursos para hacer frente a cualquier otra cosa", aseguró Becker.
En las calles del país la realidad no es la misma, las brechas de desigualdad son inocultables aunque el mundo vea con admiración el modelo económico que promueve la canciller alemana en la Unión Europea.
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