Graves disturbios y coches quemados en París por los chalecos amarillos.


París se convirtió en un cruento campo de batalla. La protesta de los chalecos amarillos, un fenómeno que recoge el hartazgo ante las subidas de impuestos y la pérdida de poder adquisitivo, contra la subida del combustible decretada por el gobierno de Macron, ha vuelto a degenerar en intensos disturbios. En torno a 1.500 personas, de los más de 75.000 manifestantes, se han enfrentado a los antidisturbios en el centro de la capital francesa, donde los agentes utilizan gases lacrimógenos y cañones de agua. 

Según las últimas estimaciones de las fuerzas de seguridad galas, más de 100 personas han resultado heridas y 288 personas han sido arrestadas en París. Unas cifras que siguen aumentando según continúan los disturbios en la capital francesa.



Entre los heridos hay 11 policías, una cifra que ha llevado al primer ministro francés, Edouard Philippe, ha comentar en Twitter que está "francamente sorprendido por estos ataques a los símbolos de Francia". Entre otras cosas han aparecido pintadas en la base del Arco del Triunfo que dicen: "Los chalecos amarillos triunfarán".



La policía y fuerzas de seguridad oficiales limitaron los accesos a la manifestación, convocada en los Campos Elíseos, lo que ha hecho que los manifestantes se desplazasen a las calles adyacentes, frente al Arco de Triunfo y alrededores. En algunos casos se levantaron barricadas y arrancaron los paneles de madera que muchos comercios habían colocado para proteger sus vidrieras. Un grupo de  "chalecos amarillos"incluso, llegó a ocupar el techo del Arco del Triunfo.



Los ‘chalecos amarillos’ se han extendido ya a otros países, como Bélgica –donde el viernes celebraron una concentración- o España y según las encuestas cuenta con las simpatías de dos de cada tres franceses. La de esta semana es la tercera concentración, que no deja de congregar a cientos de miles de manifestantes.



El malestar es una realidad. Un intento de reunión entre el primer ministro francés, Édouard Philippe, y los portavoz de los ‘chalecos amarillos’ fracasó estrepitosamente después de que la mayoría de los representantes del movimiento decidieran no presentarse. Dos de sus miembros acudieron al Palacio de Matignon, residencia oficial del primer ministro, pero uno lo hizo con media hora de retraso y el segundo accedió por una entrada discreta para no ser visto por la nube de periodistas que los esperaba a la entrada.



El primero de ellos, Jason Herbert, salió del edificio minutos después para decir que se iba por la negativa de Philippe a que el encuentro se emitiera por televisión en directo. "No represento a nadie, o al menos no más que otros", dijo Herbert, que denunció haber recibido "presiones" y "amenazas" de otros "chalecos amarillos" para no asistir y que prefirió no prolongar la discusión con el Gobierno "para no traicionar a nadie". El segundo representante, cuya identidad no fue revelada, dialogó durante más de una hora con Philippe y el ministro de la Transición Ecológica, François de Rugy.



Mientras tanto, el presidente francés Emmanuel Macron, que se encuentra en Argentina para la cumbre del G-20, ve su popularidad erosionada por este tipo de reivindicaciones, y su propuesta de articular mecanismos para limitar el impacto de la subida impositiva al combustible no ha convencido a casi nadie. Escenas como estas pueden volver a repetirse en un futuro próximo.



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